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jueves, 29 de septiembre de 2016

¡Qué lástima de mis alumnos!

Acabamos prácticamente de empezar el curso y, como cada año, muchos profesores comienzan sus clases obsesionados con las pruebas iniciales. ¡Y qué pena me dan mis alumnos! 

A mí me gusta llegar los primeros días y preguntrales cómo les ha ido el verano y a ellos les gusta   contármelo. Nos reímos, nos preguntamos, nos alegramos de vernos y empezamos a crear esos vínculos que harán que, durante este curso, nos guste estar juntos. 

Pero, antes de llegar a este punto, mis alumnos me suelen preguntar el primer día de clase si no les llevo  preparada la prueba inicial y no sabéis lo que se sorprenden cuando les digo que no, que la haremos un poquito más adelante, cuando acabemos de charlar, y que no durará una hora sino que durará lo que tenga que durar. Porque ya sabéis mi opinión sobre las Pruebas Iniciales 😉.

Porque no quiero que mis alumnos lleguen pensando en cuán importante es hacer un examen. No quiero quitarles las ganas de aprender, conocer cosas nuevas, expresar lo que sienten y tener ganas de escuchar. Pretendo que tengna ganas de preguntar, proponer y disfrutrar haciendo. Y eso solo se conisgue -bajo mi humilde punto de vista- dándole al examen la importancia que tiene, no haciéndoles creer que valen según la nota del examen que hayan hecho.

Os invito a probar esto: sitúalos en la relaidad, hazles preguntarse cosas, tener curiosidad y ellos mismos te dirán que quieren aprender, que quieren que tú los acompañes y, sin darte cuenta, te estarán dando más de lo que tú les das y no dejarán de sorprenderte cada vez que te digan que quieren hacer más cosas porque DISFRUTAN APRENDIENDO. 

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